Ahora tenemos las pruebas. Son quince fotos en baja definición sacadas con un teléfono celular que se les escaparon a la policía libia con la velocidad de un mms. Son retratos de hombres heridos con armas blancas. Se trata de ciudadanos somalíes detenidos en la cárcel de Ganfuda, en Bengasi, arrestados en la ruta que conduce desde el desierto libio directamente a Lampedusa. Se ven las cicatrices en los brazos, las heridas aún abiertas en las piernas, las gasas en la espalda, los cortes en la cabeza. La ropa aún está manchada de sangre. El pasado 11 de agosto, cuando el sitio Shabelle en lengua somalí, mencionó una matanza cometida por la policía libia en Bengasi, el embajador libio en Mogadiscio, Ciise Rabiic Canshuur, desmintió enseguida la noticia. Esta vez, sin embargo, resultará más difícil desmentir estas fotos.
El sitio Shabelle fue el primero en publicarlas en la red. Hoy el observatorio Fortress Europe las relanza en Italia. Según un testigo ocular con el que hemos hablado telefónicamente, cuya identidad no desvelaremos por motivos de seguridad, los heridos son unos cincuenta, en su mayoría somalíes, aunque también hay eritreos. Ninguno fue ingresado en el hospital. Aún están encerrados en las celdas del campo de detención. Veinte días después de la revuelta.
La revuelta estalló la noche del 9 de agosto cuando 300 detenidos, en su mayoría somalíes, asaltaron la verja forzando el cordón de policía para huir. La represión de los agentes libios fue fortísima. Armados de porras y cuchillos afrontaron a los rebeldes pegando sin mirar. Al final del enfrentamiento había seis muertos. Pero el número de las víctimas podría aumentar, ya que aún no se conoce qué les sucedió a otros diez somalíes en paradero desconocido.
El campo de Ganfuda se encuentra a unos diez kilómetros de la ciudad de Bengasi. Alberga a 500 detenidos en su mayor parte somalíes junto a un grupo de eritreos, algunos nigerianos y malíes. A todos los detuvieron en la región de Ijdabiyah y Bengasi durante las redadas en la ciudad. Les acusan de ser potenciales candidatos a la travesía del Mediterráneo. Muchos de ellos llevan tras las rejas más de seis meses. Hay quien más de un año. A ninguno de ellos lo han procesado ante un juez. Hay entre ellos enfermos de sarna, dermatitis y enfermedades respiratorias. De la cárcel se consigue salir sólo mediante la corrupción, pero los policías piden 1.000 dólares por cabeza. Las condiciones de detención son pésimas. En las celdas de cinco metros por seis hay hasta 60 personas encerradas, que sobreviven a pan y agua. Duermen en el suelo, sin colchones. Todos los días se ven sometidos a humillaciones y vejaciones de la policía.
Los diputados del Partido Radical italiano plantearon una cuestión urgente ante el Presidente del Consejo de Ministros y el Ministro de Exteriores en la que se inquiere si Italia "no considera esencial a la luz de los hechos mencionados garantizar que los solicitantes de asilo de nacionalidad somalí no sean devueltos a Libia". Probablemente la respuesta a la cuestión tardará en llegar a la sede del Parlamento, pero la realidad de los hechos arroja ya una respuesta. La devolución de los 75 somalíes de anteayer lo confirma desgraciadamente.
Hemos conseguido por fin hablar por teléfono con uno de los 75. A bordo eran todos somalíes, nos ha dicho. Pidieron a los militares italianos que no los devolvieran porque querían pedir asilo. En vano. En este momento, mientras ustedes leen esto, se encuentran en el centro de detención de Zuwarah. Desde que desembarcaron anteayer a las 13 h. no han recibido ningún alimento. Ni pudieron ver a los representantes de ACNUR en Trípoli. Los encerraron en una única celda a los 75, mujeres y niños incluidos. Nadie sabe qué será de ellos. Pero que nadie se atreva a criticar a Italia por la política de devoluciones o por el acuerdo con Libia. Menos aún la Unión Europea y sus portavoces...
Traducción para Rebelion por Gorka Larrabeiti
El sitio Shabelle fue el primero en publicarlas en la red. Hoy el observatorio Fortress Europe las relanza en Italia. Según un testigo ocular con el que hemos hablado telefónicamente, cuya identidad no desvelaremos por motivos de seguridad, los heridos son unos cincuenta, en su mayoría somalíes, aunque también hay eritreos. Ninguno fue ingresado en el hospital. Aún están encerrados en las celdas del campo de detención. Veinte días después de la revuelta.
La revuelta estalló la noche del 9 de agosto cuando 300 detenidos, en su mayoría somalíes, asaltaron la verja forzando el cordón de policía para huir. La represión de los agentes libios fue fortísima. Armados de porras y cuchillos afrontaron a los rebeldes pegando sin mirar. Al final del enfrentamiento había seis muertos. Pero el número de las víctimas podría aumentar, ya que aún no se conoce qué les sucedió a otros diez somalíes en paradero desconocido.
El campo de Ganfuda se encuentra a unos diez kilómetros de la ciudad de Bengasi. Alberga a 500 detenidos en su mayor parte somalíes junto a un grupo de eritreos, algunos nigerianos y malíes. A todos los detuvieron en la región de Ijdabiyah y Bengasi durante las redadas en la ciudad. Les acusan de ser potenciales candidatos a la travesía del Mediterráneo. Muchos de ellos llevan tras las rejas más de seis meses. Hay quien más de un año. A ninguno de ellos lo han procesado ante un juez. Hay entre ellos enfermos de sarna, dermatitis y enfermedades respiratorias. De la cárcel se consigue salir sólo mediante la corrupción, pero los policías piden 1.000 dólares por cabeza. Las condiciones de detención son pésimas. En las celdas de cinco metros por seis hay hasta 60 personas encerradas, que sobreviven a pan y agua. Duermen en el suelo, sin colchones. Todos los días se ven sometidos a humillaciones y vejaciones de la policía.
Los diputados del Partido Radical italiano plantearon una cuestión urgente ante el Presidente del Consejo de Ministros y el Ministro de Exteriores en la que se inquiere si Italia "no considera esencial a la luz de los hechos mencionados garantizar que los solicitantes de asilo de nacionalidad somalí no sean devueltos a Libia". Probablemente la respuesta a la cuestión tardará en llegar a la sede del Parlamento, pero la realidad de los hechos arroja ya una respuesta. La devolución de los 75 somalíes de anteayer lo confirma desgraciadamente.
Hemos conseguido por fin hablar por teléfono con uno de los 75. A bordo eran todos somalíes, nos ha dicho. Pidieron a los militares italianos que no los devolvieran porque querían pedir asilo. En vano. En este momento, mientras ustedes leen esto, se encuentran en el centro de detención de Zuwarah. Desde que desembarcaron anteayer a las 13 h. no han recibido ningún alimento. Ni pudieron ver a los representantes de ACNUR en Trípoli. Los encerraron en una única celda a los 75, mujeres y niños incluidos. Nadie sabe qué será de ellos. Pero que nadie se atreva a criticar a Italia por la política de devoluciones o por el acuerdo con Libia. Menos aún la Unión Europea y sus portavoces...
Traducción para Rebelion por Gorka Larrabeiti