Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti
ROMA, 2 julio 2009 - Disminuyen los muertos en las fronteras. Por primera vez en los últimos tres años. En el primer semestre de 2009 las víctimas censadas en la prensa internacional en las rutas de la emigración del Mediterráneo han sido 434, a las que se ha de añadir las 25 personas desaparecidas en las fronteras terrestres, entre los que figuran tres chicos que murieron aplastados por camiones en los puertos italianos del Adriático. El año pasado, en el mismo periodo, los muertos documentados fueron 985. Los datos -basados en noticias de la prensa internacional- los ha difundido el observatorio Fortress Europe. El motivo principal de la disminución de los naufragios es la disminución objetiva del número de desembarcos. Especialmente en Italia y España. Desde que comenzaron las devoluciones a Libia, el 7 de mayo, los desembarcos en Sicilia se cuentan con los dedos de una mano. En las islas Canarias no hubo ningún desembarco en los meses de abril y mayo, y en junio los cayucos que alcanzaron el archipiélago fueron muy pocas. Efecto de las devoluciones en alta mar y de las patrullas conjuntas que lleva a cabo Frontex en Senegal y Mauritania. De todos modos, aún es pronto para comparar los datos, ya que llegan poquísimas noticias al respecto de la prensa de los países del sur del Mediterráneo. De ahí que no se pueda decir con exactitud si las muertes han disminuido o bien si los naufragios ocurren en zonas más lejanas de los ojos de nuestras cámaras, cerca de la costa libia o en alta mar.
Analizando con detalle los datos que ha recogido Fortress Europe de la prensa internacional, en el primer semestre de 2009 se han registrado 339 víctimas en la ruta hacia Malta y Lampedusa (frente a las 650 del mismo periodo de 2008), 87 frente a las costas de España (frente a las 136 de 2008) y 8 en el Egeo (frente a los 199 de 2008), entre Turquía y Grecia. Se tiene noticia de una víctima entre Argelia y Cerdeña: un cadáver recogido cerca de las isla de Cavoli, en la zona de Cagliari, que hace pensar en un posible naufragio del que no se sabe nada más. Otros tres emigrantes, muy posiblemente refugiados afganos, perdieron la vida bajo los camiones que desembarcan de Grecia en los puertos italianos del Adriático. En Egipto, tres refugiados murieron por disparos de la policía egipcia en la frontera con Israel. Dos personas murieron en Ceuta intentando saltar la valla de seis metros de alta que sella esa frontera. Dos víctimas más también en Calais (Francia) cuyo puerto junto con el túnel del Canal de la Mancha representa el paso obligado para entrar clandestinamente en Inglaterra. Por último habría al menos 14 víctimas en la travesía del Sáhara en la primera mitad del año, según las poquísimas noticias que llegan de los países saharianos.
También en junio se han producido muertos: 29 en el estrecho de Gibraltar, frente a las costas españolas; 3 en Egipto, por disparos de la policía en la frontera con Israel; y uno en Italia: se llamaba Amir Rohol, tenía 19 años y era un afgano solicitante de asilo. Murió al caer de un Tir que había desembarcado en Ancona en la bifurcación de la autovía 76 con la A14.
Quizá muchos se valgan de estos datos para justificar las devoluciones a Libia. Lo decía también Joseph St. John, dirigente del ministerio de Interior maltés, durante un seminario en el que participé el pasado 17 de junio en Malta: devolver para salvar vidas humanas. Una refugiada etíope que estaba entre el público levantó la mano para pedir la palabra. "Perdone, señor ministro -dijo-, ¿qué diferencia hay entre morir en el mar y morir en Libia?". No creo que haya mucho que añadir.