Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti
En marzo las víctimas de la emigración en las fronteras europeas han sido al menos 316; dato basado en las noticias recogidas en la prensa y aún incierto, pues de Libia llegan noticias todavía contradictorias del naufragio del 31 de marzo. Mientras Reuters cita fuentes libias que hablan de 100 cadáveres recuperados y 245 desaparecidos en el mar, la misión de la OIM en Trípoli habla de 20 muertos y 210 desaparecidos. Más allá de las cifras se trata de una de las tragedias más graves de siempre en las rutas de la emigración, cuya envergadura es parecida a la del naufragio de Portopalo, que el 25 de diciembre de 1996 costó la vida a 283 personas.
Según los datos de Fortaleza Europa, desde 1994, 3.163 emigrantes y refugiados han perdido la vida en la ruta hacia Lampedusa y las costas sicilianas. Queda aún por esclarecer la responsabilidad de la Guardia costera libia, ya que se sabe que carece de un número suficiente de medios para garantizar una rápida intervención de rescate en mar. Tanto es así que muchos de los rescates en aguas libias los realizan unidades italianas, según declaran funcionarios de la Sala operativa de la Guardia Costera.
Una semana antes del naufragio de Janzur, se produjeron 67 víctimas en el Canal de Sicilia: una barca se hundió en frente de las costas de la isla de Kerkennah, cerca de Sfax, Túnez, rumbo a Lampedusa. Las autoridades tunecinas recuperaron 17 cadáveres y dieron por desaparecidas a otras 50 personas, según testimonios recogidos entre los 33 supervivientes.
También en Italia, en el mes de marzo se contaron dos muertos en los puertos del Adriático. El 29 de marzo encontraron muerto a un iraquí en Ancona. Murió aplastado entre los ejes del remolque de un camión bajo el que se había escondido en el puerto de Patrasso, Grecia, para dirigirse en un ferry a Italia. También provenía de Grecia el ferry Hellenic Master, que arribó a Venecia el 26 de marzo. En el remolque de uno de los camiones a bordo se halló el cuerpo sin vida de un solicitante de asilo político, que murió aplastado bajo un fardo de papel.
La crónica recoge también tres víctimas en el Estrecho de Gibraltar, mientras que en Ceuta vuelve a haber víctimas. Ocurrió la noche del 7 de marzo. Una muerte atroz: un joven sub-sahariano quedó enganchado en la doble red de seis metros de altura que sella la frontera de la ciudad española. Se desangró a causa de las heridas que se hizo trepando la valla. Al llegar los equipos de socorro ya era demasiado tarde.
Por último, de Argelia llega la noticia, difundida por la embajada nigeriana en Argel, de 14 migrantes muertos por deshidratación en el desierto, durante la travesía del Sahara.
En marzo las víctimas de la emigración en las fronteras europeas han sido al menos 316; dato basado en las noticias recogidas en la prensa y aún incierto, pues de Libia llegan noticias todavía contradictorias del naufragio del 31 de marzo. Mientras Reuters cita fuentes libias que hablan de 100 cadáveres recuperados y 245 desaparecidos en el mar, la misión de la OIM en Trípoli habla de 20 muertos y 210 desaparecidos. Más allá de las cifras se trata de una de las tragedias más graves de siempre en las rutas de la emigración, cuya envergadura es parecida a la del naufragio de Portopalo, que el 25 de diciembre de 1996 costó la vida a 283 personas.
Según los datos de Fortaleza Europa, desde 1994, 3.163 emigrantes y refugiados han perdido la vida en la ruta hacia Lampedusa y las costas sicilianas. Queda aún por esclarecer la responsabilidad de la Guardia costera libia, ya que se sabe que carece de un número suficiente de medios para garantizar una rápida intervención de rescate en mar. Tanto es así que muchos de los rescates en aguas libias los realizan unidades italianas, según declaran funcionarios de la Sala operativa de la Guardia Costera.
Una semana antes del naufragio de Janzur, se produjeron 67 víctimas en el Canal de Sicilia: una barca se hundió en frente de las costas de la isla de Kerkennah, cerca de Sfax, Túnez, rumbo a Lampedusa. Las autoridades tunecinas recuperaron 17 cadáveres y dieron por desaparecidas a otras 50 personas, según testimonios recogidos entre los 33 supervivientes.
También en Italia, en el mes de marzo se contaron dos muertos en los puertos del Adriático. El 29 de marzo encontraron muerto a un iraquí en Ancona. Murió aplastado entre los ejes del remolque de un camión bajo el que se había escondido en el puerto de Patrasso, Grecia, para dirigirse en un ferry a Italia. También provenía de Grecia el ferry Hellenic Master, que arribó a Venecia el 26 de marzo. En el remolque de uno de los camiones a bordo se halló el cuerpo sin vida de un solicitante de asilo político, que murió aplastado bajo un fardo de papel.
La crónica recoge también tres víctimas en el Estrecho de Gibraltar, mientras que en Ceuta vuelve a haber víctimas. Ocurrió la noche del 7 de marzo. Una muerte atroz: un joven sub-sahariano quedó enganchado en la doble red de seis metros de altura que sella la frontera de la ciudad española. Se desangró a causa de las heridas que se hizo trepando la valla. Al llegar los equipos de socorro ya era demasiado tarde.
Por último, de Argelia llega la noticia, difundida por la embajada nigeriana en Argel, de 14 migrantes muertos por deshidratación en el desierto, durante la travesía del Sahara.