Mar muerto. Once de agosto de 2007. El crucero español Jules Verne socorre 60 millas al sur de Malta a un grupo de emigrantes cuya barca había volcado por el oleaje. Once desaparecidos. Quince de agosto de 2007. El avión Atlantic avista 14 cadáveres en medio de las olas, 55 millas al sur de Lampedusa. Ningún resto de la embarcación. Veintitrés de agosto de 2007. El pesquero Ofelia de Mazzara del Vallo, puerto siciliano, socorre a un hombre 70 millas al sur de Lampedusa, único superviviente de un naufragio que costó la vida a 45 personas, entre ellas una mujer. Treinta de agosto de 2007. Un remolcador griego socorre a un grupo de emigrantes 72 millas al sur de Malta. La barca se vuelca durante el abordaje. Se ahogan 25, entre ellos 4 mujeres. Oficialmente ni Italia ni Malta han declarado jamás la guerra a Túnez o a Libia. Y sin embargo, en el estrecho de Sicilia en 10 años han muerto 2.420 personas. En agosto el mar se ha tragado la vida de al menos 161 jóvenes y mujeres. 2007 se confirma como el año más trágico de las rutas sicilianas: 491 muertos en ocho meses. Fueron 302 en todo 2006. Los desembarcos han disminuido el 30% en un año. Lo dice el Ministerio del Interior italiano. Entonces, ¿por qué aumentan los muertos? Los motivos son cuatro: barcos más pequeños y menos seguros, sin patrón, rutas más largas, y omisión de socorro.
En 2005 viajaban una media de 101 personas a bordo de cada barca con rumbo a Sicilia. En 2006 eran 53; en 2007 son 41. Los relatos de quienes desembarcan confirman la desaparición de la figura del patrón, que actualmente desempeña uno cualquiera de los pasajeros, turnándose a veces con otro. Los traficantes ahorran y en caso de detención pagan los emigrantes, que una vez fuera de la cárcel no tienen posibilidad de regularizarse, como les sucederá por ejemplo a los tres eritreos detenidos el pasado 2 de agosto porque pilotaban la barca en la que viajaban. Pero hay además otro punto: las rutas están cambiando. Son más largas y pasan más al este. Así lo prueba el aumento de desembarcos en Malta y en las costas de Ragusa y Siracusa (Sicilia). El motivo se dice pronto: evitar las patrullas tunecinas, pues es sabido que los tunecinos deportan a los emigrantes a Libia. Durante un juicio en Agrigento, el comandante de la nave militar italiana Vega, Francesco Saladino, declaró que el 8 de agosto un barco militar tunecino condujo a un grupo de emigrantes rescatado en aguas internacionales, a 34 millas de Lampedusa, a un puerto tunecino, violando absolutamente los convenios marítimos internacionales y el Convenio sobre el estatuto de refugiados de Ginebra. En realidad, se sabe que entre los emigrantes que viajan a Sicilia hay refugiados. Su deportación hacia países en los que corren el riesgo de sufrir detenciones y torturas está prohibida, pero las expulsiones colectivas son un objetivo de la política europea e italiana para luchar contra la emigración ilegal por mar. El mes pasado, el gobierno tunecino decidió deportar a Libia a un grupo de emigrantes somalíes, sudaneses y eritreos rescatado en aguas internacionales. Parece que Italia haber empezado a colaborar con Túnez en esta dirección.
Los 7 pescadores tunecinos. Salvaron las vidas de 44 emigrantes náufragos el 8 de agosto. Ahora pende sobre sus cabezas una condena de hasta 15 años de prisión si se les considera culpables de favorecimiento de la inmigración clandestina. La tarde de dicho 8 de agosto, el capitán Yanzeri lanzó inmediatamente un SOS al centro de coordinación de salvamento marítimo en Túnez, que, a su vez, lo rebotó a Roma diciendo que dos pesqueros tunecinos habían rescatado a 44 náufragos, y que uno de ellos necesitaba auxilio médico. Roma envió cuatro patrulleras y los dos botes fueron escoltados hasta la isla de Lampedusa (Italia), que estaba tan solo a 14 millas. Pero a su llegada los siete pescadores fueron arrestados bajo la acusación de contrabando de emigrantes. En realidad, los pescadores habían respetado las obligaciones de socorro establecidas en los convenios marítimos internacionales SAR y SOLAS, que imponen el rescate de todo náufrago y su traslado hasta el puerto más seguro. De resultar culpables en el proceso, los pescadores podrían ser condenados a penas de prisión de 1 a 15 años. Con todo, la defensa afirma estar lista para apelar ante el Tribunal Europeo. Una vasta red de asociaciones se manifestó el pasado 7 de septiembre pidiendo su libertad, apoyados por una lista de 103 europarlamentarios. El pasado día 10 de septiembre, tras 32 días de detención sin posibilidad siquiera de telefonear a sus familiares, la sala de lo penal del Tribunal de Agrigento concedió la excarcelación de los 5 marineros, que podrán volver a Teboulba (Túnez), si bien los dos capitanes permanecen bajo arresto domiciliario en Italia y sus barcos, secuestrados. La vista definitiva del caso se celebrará el próximo 20 de septiembre y el Parlamento de Estrasburgo debatirá en sesión plenaria lo ocurrido. En cualquier caso, el daño está hecho: en la mar ha corrido la voz. En más de una ocasión, náufragos supervivientes han denunciado la indiferencia de pesqueros y barcos mercantes frente a botes que se iban a pique. Ahora, por más que absuelvan a los 7 tunecinos, ¿quién se atreverá a socorrer a nadie si el precio son años de prisión o el secuestro de su barco? Es una cuestión de hondo calado, pues sin el auxilio de los pescadores el mar se cobrará muchas más víctimas.
La ley del mar impone el socorro; la ley italiana sobre inmigración hace que se detenga a los socorredores. El artículo 13 de la Declaración universal de los derechos del hombre establece el derecho de todo el mundo a abandonar su país. La Unión Europea, en 2004, creó la agencia Frontex con el objetivo declarado de impedir que los emigrantes partan desde los países limítrofes con la UE. En Europa se autoriza el ingreso sólo de la mano de obra establecida por los gobiernos. El resto fuera. La última misión de patrullamiento europeo en el Canal de Sicilia, Nautilus II, fue suspendida el 27 de julio tras un mes de actividad. Pero el 10 de septiembre ha empezado de nuevo. Según declaraciones del ministro de Interior italiano Amato y el ministro para la Emigración francés Hortefeux, la esperanza es que Trípoli se una a las operaciones de Nautilus III y acepte la devolución a Libia de los emigrantes rescatados. Es posible que Malta haya hablado con Libia al respecto durante la última reunión bilateral celebrada en Trípoli el 21 y 22 de agosto.
En Libia 600 eritreos siguen detenidos en Misratah. Testimonios recogidos de eritreos recién desembarcados en Sicilia y confirmados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) indican que se han producido nuevas detenciones. 450 personas llevan más de un año detenidas. Entre ellas hay unas 100 mujeres y más de 50 niños, incluidos dos bebés nacidos en la cárcel. Todos ellos corren el peligro de ser deportados y detenidos al pisar suelo eritreo. De hecho, la mayoría de los detenidos desertó del ejército durante la guerra con Etiopía. El ACNUR ha concedido asilo político a 49 de las mujeres detenidas e insta a la comunidad internacional para que las acoja. Hasta el momento han respondido cuatro países; entre ellos Italia. Pero nadie sabe cuál será el destino de los otros 550 eritreos, 114 de los cuales tienen estatuto de refugiado, y por tanto se encuentran bajo la protección del ACNUR, que fue quien les concedió dicho estatuto de refugiados en campos de Sudán y Etiopía. Paradójicamente, su única esperanza es que los deporten al desierto, en la frontera con Sudán, desde donde podrían acometer otra vez el viaje a Europa, si no mueren en el intento. De ese modo, el desierto, las cárceles libias y el Estrecho de Sicilia siguen siendo la única vía desde el Cuerno de África para pedir asilo político en Europa.
El papel de Argelia. Durante los ocho primeros meses de 2007, al menos 1.225 argelinos han desembarcado en Cerdeña, 612 en agosto. La Marina argelina envió la nave Chiheb 352 a patrullar las costas de Annaba, desde donde los harrag –emigrantes- zarpan rumbo a Italia y donde las autoridades han hallado 42 cadáveres desde principios de año. Pero Argelia, para los africanos occidentales de camino hacia España, también representa la principal entrada a Marruecos. Ocho mil emigrantes de 48 nacionalidades fueron detenidos en los seis primeros meses de 2007 y 638 fueron detenidos en julio. Los detenidos en 2006 fueron 13.000. A muchos de ellos los deportaron al sur y los abandonaron en el desierto del Sahara, a lo largo de las fronteras con Níger y Malí. Actualmente un millar de personas vive en condiciones inhumanas y degradantes cerca del oasis de Tinzaoutine (Malí), adonde llegan tras días de caminata desde el puesto fronterizo de Bordj Mojtar (Argelia). Bloqueados durante meses sin ayuda alguna, viven en cuevas y han brotado varias enfermedades que han afectado sobre todo a mujeres y niños. Europa no sólo mira hacia otro lado sino que entrega 10 millones € a Argelia por sus servicios (Programa Meda II).
Arde Grecia. La ruta por el Mar Egeo desde Turquía hasta Grecia se ha vuelto realmente peligrosa. Las víctimas jamás habían sido tantas como las de este año: 96 emigrantes han muerto en los primeros ocho meses de 2007; fueron 73 en todo 2006. Las autoridades griegas han detenido a 3.000 emigrantes desde principios de año. Una vez en tierra, nadie quiere quedarse en Grecia, un país que ha sido denunciado recientemente en un informe de la Unión Europea por abusos contra emigrantes y refugiados. Parecería que la propia Grecia no tuviera interés alguno en que nadie se quedara, a juzgar por el 0.3% de porcentaje de solicitudes de asilo aceptadas. Los destinos finales de los refugiados iraquíes y afganos son Suecia y Reino Unido. Pero antes deben atravesar el área Schengen. Italia es un paso necesario y no tan sencillo.
Durante el mes de agosto, las autoridades italianas devolvieron a Grecia a 362 emigrantes que habían sido encontrados ocultos en ferries de turistas que llegan a diario a los puertos del Adrático desde Patras e Igoumenitsa. 200 de ellos eran iraquíes y unos 30 afganos. Los puertos afectados son el de Bari (190 personas devueltas), Brindisi (17), Ancona (153) y Venecia (2). De este modo, año tras año Italia devuelve ilegalmente miles de personas y niega a cientos de iraquíes y afganos la oportunidad de solicitar asilo politico. Actualmente no hay ninguna medida de expulsión por escrito. Una vez descubiertos, a los emigrantes polizones se les deja a bordo hasta que el ferry zarpa de regreso para Grecia, donde normalmente permanecen detenidos durante tres meses. CIR, la ong que trabaja en la frontera, no tiene acceso a esta gente. El 9 de abril de 2007 devolvieron a 183 emigrantes en un solo día. 150 eran iraquíes.
¿Y qué ocurre una vez en Grecia? Basta con recordar que en Grecia no hay un solo refugiado iraquí. Grecia firmó un acuerdo de readmisión con Turquía en 2001 y ha devuelto a todos los refugiados iraquíes, tal y como ha denunciado la World Organization against torture. Y Turquía, a su vez, ha repatriado a 135 iraquíes en julio, según el ACNUR. Más de dos millones de iraquíes viven en campos para refugiados en Siria y Jordania y sólo el 4% de ellos encuentra refugio en la Unión Europea. El Parlamento Europeo, el 15 de febrero de 2007, aprobó una resolución sobre Iraq en la que se pide a los Estados miembros que den asilo a los refugiados iraquíes, se prohíbe su repatriación, se insta a los Estados miembros a que no transfieran personas con arreglo al Reglamento Dublín II cuando se sepa que el país de destino no examina adecuadamente las solicitudes de asilo de los ciudadanos iraquíes. Hoy por hoy, Italia y Grecia vulneran esta resolución.
Hay otro tema olvidado: el de las expulsiones aéreas. En España, el 9 de junio, un joven nigeriano de 23 años murió asfixiado, inmovilizado por la policía, en el avión que lo deportaba hacia Nigeria. En Francia ocurrió lo mismo en 2002 y 2003, cuando la policía mató en París a dos emigrantes que se negaban a subir a bordo del avión. Otros seis emigrantes han muerto en condiciones similares en Alemania, Bélgica, Suiza, España y Austria. El mes pasado, un periodista de Libération, Karl Laske, recogió un testimonio de un argelino recientemente repatriado, quien denunciaba abusos preocupantes de la policía en el aeropuerto de Roissy. Abdelkader, de 33 años, electricista, había vivido en Francia desde 2001. Lo repatriaron el 8 de agosto desde el puerto de Marsella después de que la policía francesa fracasara en su intento de embarcarlo en un avión en París el 3 de agosto.
Dijo Abdelkader a Libération: “En el aeropuerto de Roissy le dije a la policía que no quería marcharme. Había apelado contra la expulsión. Tenía derecho a esperar la sentencia. Me dijeron que no tenía ningún derecho. Primero me golpearon en el estómago porque estaba de pie. Luego empecé a gritar y una agente de policía me agarró por el cuello. Un tercer agente me empujó por detrás y me tiraron al suelo. Una vez en el suelo, con las manos esposadas en la espalda, me ataron los tobillos con cinta adhesiva. Yo protestaba y ellos me gritaban que no tenía ningún derecho. Para que no me levantara, la policía se me puso de pie encima del pecho y de la tripa. Estaba débil porque, para protestar, había hecho una huelga de hambre. Me pegó con todas sus fuerzas. Luego me saltaron todos encima de pie. Grité que me hacían daño, que me iban a matar. Me dijeron que dejara de gritar y que, entonces, me dejarían. Entonces me cogieron y me golpearon la cabeza contra la pared y me estrangulaban para que no gritase”. Al final, a Abdelkader no lo repatriaron, sino que se lo llevaron a Marsella, donde lo embarcaron para Argel. La suya es una historia como tantas otras. Basta hojear las páginas de los informes de Anafé, una asociación que trabaja dentro de las zones d’attente [centros de espera]francesas, las cuales son testimonio de una Europa que ha extraviado el derecho y la humanidad.
El boletín de agosto termina con la señalación de dos novedades. La primera es que Fortaleza Europa ha añadido a su archivo la documentación de las víctimas de los viajes hacia Mayotte, una isla francesa en el Océano Índico. Residuo de la época colonial, constituye una puerta periférica para entrar en Europa y mejorar el tenor de vida. Todos los años cientos de emigrantes parten de las islas Comores, en particular de la isla de Anjouan, que dista unos 80 kilómetros de Mayotte. Desde 2006 han muerto al menos 97 personas, 75 de ellas aún desaparecidas. En agosto las víctimas han sido 36, entre ellas 8 niños.
La otra novedad es que desde este mes el sitio web está también en rumano. Las denuncias contra las matanzas y los crímenes de las fronteras alcanzan así un canal más. Un canal importante, pues Rumanía, desde la ampliación de la UE, se ha convertido en uno de los nuevos gendarmes en el frente oriental de la Fortaleza Europa.